Hace mucho tiempo, había tres niños muy inquietos y aventureros que se llamaban Juan, Pepe y Marcos. Juan era el más inteligente, pero no se enteraba de nada. Pepe era el más tonto, pero siempre era él quien lo solucionaba todo. Marcos era muy torpe, pero muy convincente con sus mentiras. Tenían una mascota llamada Cerdi que era muy travieso.
Un día de fiestas de primavera fueron a un museo de criaturas fantásticas. Cuando entraron por la puerta encontraron un pequeño trol que pedía dinero. El museo parecía muy interesante, pero se distrajeron con una piscina de bolas. Estuvieron en ella una hora, dos, tres…, hasta que el museo tuvo que cerrar y se tuvieron que ir. El museo (concretamente, la piscina de bolas) les gustó tanto que planearon ir por la noche a volver a jugar en la piscina.
Su plan era muy estrambótico, pero podía funcionar. Su plan era este: Llamar a la puerta del museo y cuando el guardia les abriera, se lanzarían encima de él y le robarían las llaves.
Cuando estaban delante de la puerta del museo, llamaron al timbre, pero nadie les abrió, entonces lo intentaron una segunda y una tercera vez, pero nada. Empujaron la puerta y resultó que estaba abierta. Cuando entraron se extrañaron mucho al ver que el pequeño trol que pedía dinero ya no estaba. No se preocuparon mucho por eso y se dirigieron hacia la piscina de bolas tranquilamente. Cuando estaban dentro oyeron un ruido que venía desde el castillo hinchable. Como eran muy curiosos se dirigieron hacia él y cuando estaban delante se sorprendieron más al ver el pequeño trol saltando alegremente. Cuando el trol vio a los niños se asustó por un instante, pero luego se calmó. Les preguntó qué hacían a esas horas en el museo, ellos le contestaron que les gustaba tanto la piscina de bolas que decidieron volver por la noche. El trol se sorprendió con esa noticia y les preguntó si habían visitado el museo, los niños le respondieron que no, que solo habían estado la piscina de bolas. El trol les respondió que el museo era mucho más divertido por la noche y que si querían verlo ahora, le siguiesen.
Los niños se lo pensaron un buen rato y al final decidieron que era una buena idea. El trol avanzó hacia la primera sala donde había un hada muy bonita que se llamaba Hadita. Cuando entraron dentro, la puerta se cerró de repente y el trol les comunicó que eran los primeros humanos en entrar en el “Scape Room” del museo fantástico. El trol les dijo que en cada sala encontrarán una criatura fantástica distinta, que les dará una prueba.
El trol, luego de esa charla, les dejó a solas con Hadita. Hadita esperó a que el trol se fuera para anunciarles la prueba a los niños. Esta era confesar todas las mentiras que habían dicho. Los niños, primero de todo, dijeron que no habían dicho ninguna mentira, nunca de su vida, pero mientras que pasaban los minutos se iban rindiendo y confesando todas las mentiras.
El primero fue Pepe, que dijo que un día, cuando estaba lavando los platos, se le rompió uno y lo echó a la basura para que no se notase. El siguiente fue Juan, que confesó que en una feria de ciencias se quedó dormido con los ojos abiertos para que no se notase que se aburría. El tercero fue Cerdi, qué confeso esto: -“Oing, Oing, Ing”. El último y cuarto fue Marcos, que resistió hasta el último momento y confesó que lo que estaba a punto de decir era una mentira.
Hadita muy contenta, les dio una pieza de trapo que olía muy bien. También les dijo que ahora mismo no les podía decir para qué servía. Hadita les llevó de nuevo hasta el trol que les estaba esperando camino hacia la siguiente sala. En la siguiente sala había un ogro muy feo y peligroso que se llamaba Ogrito. Cuando el trol vio a Ogrito se fue corriendo sin decirles nada a los niños. Ogrito les anunció con una voz robusta y firme que si querían pasar a la siguiente sala tenían que ganarle en tres cosas: ajedrez, ballet y lucha libre. Los niños no tuvieron más remedio que aceptar.
La primera prueba fue la de ajedrez. Jugó Pepe y ganó con el Mate del Loco*. La segunda fue la de ballet, participó Marcos. Por sorpresa para todos, a Ogrito se le daba tan bien el ballet que ganó. La última prueba fue la de lucha libre, tenían planeado que luchase Juan, pero Cerdi se ofreció con un “Oing” tan convincente que tuvieron que aceptar. Ogrito se rio de él y Cerdi muy cabreado, se acercó más rápido que la velocidad del sonido y le mordió el dedo meñique del pie a Ogrito y cayó al suelo con un dolor terrible. Cuando se recuperó les dio otra parte de trapo, pero esta vez era pestilente y roto. También dio sus respetos a Cerdi.
Se encontraron de nuevo al trol al final de la sala para ir a la siguiente. En la tercera sala se encontraron una tumba muy bonita. El trol se acercó a ella y la abrió. De dentro salió una momia llamada Momita. El trol se marchó de nuevo y dejó a los niños con Momita. Esta anunció que la prueba iba de ponerse unas vendas lo más rápido posible y entrar dentro del sarcófago del tiempo. Los niños le preguntaron qué era eso del sarcófago del tiempo. Momita les contestó que era un baúl que multiplicaba el tiempo de fuera por el que estaba dentro. El primero fue Marcos, tardó cuatro minutos en ponerse las vendas. Estos cuatro minutos serían los que tuvo que estar dentro del sarcófago. Cuando salió se cagó de miedo de tanta luz que vio. El segundo fue Juan, que estaba cagado de miedo, pero no lo quería admitir. Tardó tres minutos en ponérselas. Ese sería el tiempo que estaría en el sarcófago. El penúltimo y tercero fue Pepe y solo tardó un minuto. Por último le tocó a Cerdi, solo tardó cinco segundos y fue el más rápido. Momita les felicito a los cuatro y les dio un trozo de vendas formando un trapo, después les acompañó hacia al trol que les acompañaría hasta la penúltima sala donde se encontraron una bruja que era horriblemente fea y se llamaba Brujita. El trol les dejo enseguida porque no quería ver esa cara tan fea.
Brujita estaba al lado de cuatro calderos y les anunció la prueba. Se trataba de hacer la mejor poción posible. Los niños se pusieron manos a la obra. Juan hizo una poción con todos los cerebros que encontró. Marcos hizo una poción con un palo, un lagarto, unos ojos de sapo, la columna vertebral de un tritón y muchas otras cosas. Pepe, como no sabía qué hacer, cogió un poco de todo y lo puso al caldero. Por último, Cerdi puso todos los rabos que encontró. La bruja muy satisfecha les dio otro trozo de trapo asquerosamente asqueroso y les acompañó hacia el trol.
El trol les dijo muy feliz que solo les faltaba una sala para completar el “Scape Room” del museo fantástico. Cuando entraron a la última sala encontraron una lámpara de aceite de oro macizo. El trol les dijo que juntaran todos los trozos de trapo y que luego fregaran el lamparón y que saldría un genio y podrían pedir tres deseos. Los niños le hicieron caso; juntaron todos los trozos y salió un genio. Sin dudarlo un instante, los niños le dijeron que querían que el “Scape Room” no fuera abierto solo por la noche, sino que también lo fuera durante el día. El genio dijo que había cumplido. El segundo deseo que pidieron fue volver a casa y el último fue que todos los personajes fueran felices para siempre. Cuando terminaron de hablar cayeron en un sueño profundo.
Al despertar estaban todos los niños estaban tranquilamente en sus camas. Sin pensarlo más se llamaron mutuamente para ir de nuevo al museo. Al llegar ahí había un montón de gente y en el cartel ya no ponía “Museo de criaturas fantásticas” sino que se anunciaba “Scape Room de criaturas fantásticas”. Los niños quedaron asombrados, porque su deseo se había hecho realidad. A partir de ese día ya no saben si todo fue un sueño o pura realidad.
*Mate del Loco